Hoy vivimos dramáticamente el comportamiento de nuestras élites políticas, económicas y culturales. El español ve en muchos de ellos, personas alentadas no por unos ideales de justicia, de verdad y de solidaridad, sino políticos de izquierdas y derechas que utilizan dichos conceptos para ganar las elecciones, sin embargo no los viven, sino que los utilizan. Esto crea en el español actual un escepticismo demoledor, porque mata la esperanza del esfuerzo generoso y desinteresado capaz de generar sociedad.
Conocer el pasado histórico de España es esencial para entender las claves de nuestro ser. Algunos se centran en lo malo, real o inventado, lo cual solo genera autodestrucción, pero si asumimos la totalidad de nuestra historia, centrándonos en lo bueno, y lo potenciamos, esto nos ayudara a construir un futuro esperanzador.
Es importante ver nuestro pasado, no con la triste melancolía del que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor, o renegar de una historia que existió y que me ha configurado, sino aprender de los valores que se hicieron virtud, de los que somos herederos y que nos permitirán encarar la vida como un libro en el que escribir nosotros la historia, de la que seremos responsables para bien o para mal.
¿Cuales son esos valores, esas actitudes que llevaron a España a recuperar su unidad perdida, y una vez conseguida, la llevaron a configurarse como el primer Estado Moderno del mundo, asombrando con una organización que hizo de España la primera potencia a nivel mundial durante varios siglos? ¿Que misión es la que intuyeron nuestros antepasados para hacer historia, para no ser sencillos sufridores pasivos de la historia que otros escribieron?
Uno de los motores, fue sin duda la intuición española de que el conocimiento ha de ser vivido para ser auténticamente real. Es decir, la Fe Cristiana deja su impronta en el español, que entiende que tiene que vivir aquello en lo que cree, sea ateo o santo, pero la coherencia de vida es algo que el español aprecia y además reconoce el poder de transformación que tienen esas vidas. Y así, vidas como las de Isabel la Católica, San Ignacio, Carlos V, Felipe II, Santa Teresa de Jesús, y un sin fin de españoles que hicieron vida sus creencias, fueron verdaderos transformadores de la sociedad.
Por eso hoy vivimos tan dramáticamente el comportamiento de nuestras élites políticas, económicas y culturales. El español ve en muchos de ellos, personas alentadas no por unos ideales de justicia, de verdad y de solidaridad, sino políticos de izquierdas y derechas que utilizan dichos conceptos para ganar las elecciones, sin embargo no los viven, sino que los utilizan. Esto crea en el español actual un escepticismo demoledor, porque mata la esperanza del esfuerzo generoso y desinteresado capaz de generar sociedad, y no meros individuos en constante lucha por una avaricia insaciable.
El español de alguna manera interpreta su historia no como algo pasado, sino como algo que tiene, como algo que es. En este sentido, la tragedia de la Leyenda Negra, es que siendo falsa en su conclusión, sin embargo ha sido profundamente interiorizada por el español, de tal manera que este reniega de su propio ser, y eso nos lleva a pensar que no tenemos derecho a un futuro como sociedad unida, como España.
Pero ¿que valores son los que nos llevaron a hacer historia?
En primer lugar, la indomable inquietud por buscar y reconocer donde esta la verdad, con el anhelo de vivir conforme a ella y ser de esta manera libre.
En primer lugar, la indomable inquietud por buscar y reconocer donde esta la verdad, con el anhelo de vivir conforme a ella y ser de esta manera libre.
Cuando el Islam entró en tromba, no entró en un territorio poblado por hombres desorganizados y sin conciencia de su ser, sino que entro en España, intentando sojuzgar a una sociedad que ya tenía clara conciencia de unidad y de su ser, con una clara concepción del hombre. Por eso en lugar de sucumbir al Islam, decidió seguir siendo Europa. España tuvo que luchar por seguir siendo Europa durante ocho siglos, tuvo que Reconquistarla. Y en esa lucha cada día se reforzó la decisión de defender una forma de vida que te hacia más hombre, más libre. Y esa decisión fue firme hasta el triunfo, ocho siglos después.
En Segundo lugar, una visión ética de la vida, que lleva entre otras cosas a entender el hombre no como una maquina productiva, sino como un ser trascendente, que por un lado ha recibido dones y por otra parte reconoce que hay que esforzarse por hacerlos fructificar. Por eso, el español entendió la gratuidad de lo recibido, la responsabilidad del esfuerzo en mejorarlo, y a su vez legarlo enriquecido a las siguientes generaciones. Sólo así podemos entender la epopeya Hispanoamericana con tan escasos hombres, pero que llevaban una concepción de la persona que convenció a millones.
Esto supone buscar una sociedad donde no es el fuerte quien domina, sino que es el que mas puede servir quien tiene la autoridad. Es cambiar una idea de dominio por una idea de servicio, es cambiar el temor de la sociedad al poderoso, por un sentimiento de gratitud, admiración e imitación al que pone sus dones al servicio no solo de su bienestar, sino de la sociedad en la que vive.
En tercer lugar, la responsabilidad de nuestros actos, emana de una persona que se siente libre y por tanto responsable de sus decisiones. Esta responsabilidad le hizo al español afrontar el futuro de forma esperanzadora, no como algo dado y trágico que no se puede cambiar, si no como algo que se puede crear en función de las decisiones que se toman en el presente, siendo responsables en el tipo de sociedad que se construye. Así de nuevo se entiende el denodado esfuerzo de nuestros escasos tercios, que formados de hombres llanos entendían la responsabilidad histórica de su actuar.
El 12 de octubre celebramos una manera de entender la vida, no la única, pero si la hispana. Esa hispanidad es lo que nuestra gran comunidad de 400 millones de personas, de la que España forma parte, puede aportar al mundo, porque solo podemos aportar lo que somos, aunque algunos traten de que olvidemos quienes somos y por tanto los valores que nos configuran y que podemos hacer de ellos vida.
Si ahondamos en estos valores que recibimos, esto nos permitirá escribir el futuro, regenerar una Patria común, las Españas, que podrán aportar al mundo no solo lo que son, sino lo que quieren llegar a ser.
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